Estos tratamientos permiten reestructurar la pérdida de soporte óseo relacionada con el envejecimiento o tratar casos donde la parte inferior de la cara es más pequeña que el maxilar superior. Al mismo tiempo, armonizan el tercio inferior del rostro, brindando definición y realzando los rasgos faciales de aquellos pacientes que buscan mejorar su apariencia.
Son tratamientos que se realizan tanto en hombres como en mujeres, pero cambiando las proporciones, ya que hay diferencias. En el caso de la mujer el mentón que se busca es más delgado y fino y en el hombre lo que se busca es un mentón más cuadrado
La utilización de ácido hialurónico es clave para lograr estos objetivos estéticos con elegancia y naturalidad.
Estos tratamientos pueden ser independientes o complementarios dependiendo de cómo se encuentren ambas estructuras. Lo que está bien no lo modifiques, sin embargo, aquello que se ha perdido, deteriorado o denota signos de cansancio se puede tratar con unos resultados francamente satisfactorios.
De igual manera, podemos diferenciarlos entre ellos, ya que uno consiste en marcar o definir la línea que separa el rostro del cuello y el otro en avanzar el mentón en su línea media para equilibrar el área peribucal.
Cuando hablamos del mentón, entendemos la parte anterior de la cara y el ácido hialurónico se va a depositar sobre esta zona, mientras que, el contorno mandibular, es una zona más posterior y es lo que une el mentón con el ángulo mandibular.
Los beneficios de estos tratamientos pasan por aumentar la autoestima del paciente puesto que logramos equilibrar los rostros, masculinizamos o feminizamos según el género, retrasamos los signos de envejecimiento y paralelamente se consigue un aspecto más saludable de la piel al lograr una mayor hidratación.
Cabe destacar, que el éxito del tratamiento siempre estará vinculado con un diagnóstico previo del paciente donde se estudie en detalle cada caso particular, para poder garantizar resultados adaptados a las necesidades de cada uno.
¿Quién puede aplicarlo?
Sólo puede aplicarlo un profesional médico. Este tratamiento requiere un conocimiento profundo de la anatomía facial. Por parte del paciente no requiere de una gran preparación, ni cuidados posteriores importantes, pero requiere mucha precisión y técnica por parte del profesional que lo lleva a cabo.